martes, 27 de diciembre de 2016

La inclusividad, un derecho

Por Esteban G. Santana Cabrera
En los últimos años hemos ido "desterrando" en los centros educativos el término integración por el de inclusividad. La UNESCO define integración como "un proceso consistente en responder a la diversidad de necesidades de todos los alumnos  y satisfacerlas mediante una mayor participación en el aprendizaje, las culturas y las comunidades, así como en reducir la exclusión dentro de la educación y a partir de ella (Booth, 1996). Supone cambios y modificaciones en el contenido, los métodos, las  estructuras y las estrategias, con un enfoque común que abarque a todos los niños y niñas de la edad apropiada y la convicción de que incumbe al sistema oficial educar a todos". Pero el término integración lo podemos asociar últimamente más al alumnado con  necesidades educativas, que se "Integra" en centros ordinarios o aulas ordinarias para convivir entre sus iguales y no al margen de la sociedad. La Educación Inclusiva va más allá que esto, ya que no piensa solo en los alumnos con necesidades sino que  diseña una educación que debe estar pensada en todos y cada uno de los niños y niñas que forman el grupo clase, con niveles competenciales diferentes, con necesidades y procedencias distintas. La escuela inclusiva trata de dar al alumnado el apoyo necesario  dentro de un aula ordinaria para atender a cada uno de manera particular. 
La educación inclusiva es por ello un concepto que va más allá que el de integración porque hay que entenderlo desde la propia escuela, donde todo el alumnado aprende junto, independientemente de que tenga necesidades educativas o no.
¿Pero realmente nuestra escuela actual es inclusiva? Alguna vez me he encontrado con verdaderas resistencias por parte de maestros y maestras a que, por ejemplo, el alumnado de Aulas Enclave se pueda integrar en las aulas ordinarias. ¡Qué si me rompe el ritmo de la clase!¡qué  yo no puedo atenderlo porque ya tengo 25 más! etc, etc... Pero, ahí no está el verdadero problema, sino con aquellos alumnos que careciendo de informes psicopedagógicos, sin estar "etiquetados" como de necesidades educativas, sí que presentan necesidades sociales  y educativas, que sin llegar a ser "catalogables" sí que sufren un traspiés tras otro para tener una verdadera atención individualizada. Por ello es importante que cambiemos el chip, y cuando hablemos de inclusividad no pensemos solo en el alumnado con necesidades  educativas, hay que pensar en el alumnado en general, teniendo en cuenta sus particularidades que lo hacen único y diferente a los demás.
  El Artículo 42 de la Ley Canaria de la Educación recoge la importancia de La Escuela inclusiva, señalando en primer lugar que el modelo educativo canario se fundamenta en la educación inclusiva como sistema para lograr la calidad de los centros docentes. Pero  ¿tenemos los medios materiales y personales para realizarlo? Por otro lado dice que un centro educativo de calidad deberá potenciar el desarrollo de las capacidades esenciales para la vida, contribuirá a la participación y a la satisfacción de la comunidad  educativa, promoverá el desarrollo profesional de los docentes e influirá con su oferta educativa en su entorno social. ¿Se puede realizar esto con el actual sistema de nombramiento del profesorado? Sé que esto es algo utópico pero... ¿No debería tener el centro  la capacidad de seleccionar a su grupo de profesores, con un perfil adecuado al medio donde se va a desarrollar el proceso de enseñanza aprendizaje? La Ley Canaria expone también que el sistema educativo canario favorecerá el funcionamiento de este tipo de centros y apoyará especialmente a aquellos que escolarizan a alumnado con necesidades. ¿Se está haciendo de manera adecuada? ¿No faltaría más inversión?
Esta Ley Canaria de Educación, fruto del consenso entre la sociedad canaria y los principales agentes educativos, marcó unos  principios generales de la escuela inclusiva a desarrollar en el sistema educativo teniendo en cuenta  la autonomía de los centros educativos para recoger las microculturas y prácticas escolares que respondan a la atención a la diversidad. Teniendo en cuenta la valoración de las potencialidades  del alumnado en un contexto escolar inclusivo, suprimiendo cualquier barrera que impida el acceso a la educación de cualquier alumno o alumna y fomentando la participación.Dando una respuesta real y efectiva a las necesidades  educativas del alumnado. Estableciendo redes de trabajo entre las escuelas y los contextos donde se encuentran ubicadas y construyendo proyectos globales inclusivos. Y por último, que los apoyos educativos se realicen dentro del aula para responder a las verdaderas necesidades del alumno.  
En definitiva, como la propia Ley Canaria de Educación, la inclusividad es tarea de toda la sociedad, en la que juega un papel importante la administración aportando los recursos necesarios y velando porque esta se cumpla, pero los verdaderos actores son los docentes,  teniendo una mentalidad más aperturista a que esto sea una realidad.
Antonio Márquez, basándose en la propuesta de Conecta 13 sobre el trabajo por proyectos ABP, de Fernando Trujillo, pone especial hincapié en la inclusividad, lo cual nos parece muy interesante no solo por la manera diferente de impartir la clase, desterrando la clase tradicional por otro modelo más participativo, que fomenta la investigación y la autonomía, sino sobre todo, porque es inclusivo, tratando de romper barreras por otras más accesibles y abiertas, con puentes a la participación de todos. El ABP, según Antonio Márquez,  es una propuesta que combina diferentes formas de presentación de las actividades, uso de materiales y recursos, herramientas para la evaluación, uso de TIC… de forma que todos los alumnos tengan la posibilidad de elegir aquellas que mejor se ajusten a sus capacidades. Adaptar la propuesta didáctica del Proyecto partiendo de las evaluaciones iniciales de sus diferentes participantes y los logros o desempeños esperados para cada uno de ellos. Minimizar las posibilidades de excluir a los alumnos con menos recursos cognitivos, sociales, físicos, sensoriales, comunicativos. Maximizar las formas de participación de los mismos. Poner en otros usos las diferentes opciones planteadas a priori con un diseño estándar o cerrado. Prever alternativas, pensamiento divergente para ponernos en puntos de vista, intereses y emociones también diferentes. Contar con las expectativas de todos ante el Proyecto. Eliminar todas aquellas propuestas que nos lleven a que los alumnos puedan ver la exclusión como una forma de ventaja sobre el otro, la segregación como modelos elitistas. Eliminar procesos donde no se entienda que todos sus miembros pueden participar de forma efectiva y exitosa en el desempeño global del producto. Reordenar el proceso para que todos los pasos estén bien diseñados, sin obstáculos, sin barreras, con alternativas, con recursos, con materiales diversos, con actividades multinivel, con reformas accesibles.
Todo esto, luego se puede llevar a la realidad con proyectos reales como "Más que 21" un proyecto radiofónico desarrollado por un equipo inclusivo de periodistas de Canarias Radio la Autonómica y cuatro jóvenes de la Asociación Down Las Palmas, en el que cada quince días, entrevistan a diferentes personajes públicos. Un ejemplo de que es posible la convivencia y la inclusión en la sociedad de aquellos que más difícil lo tienen por diversas circunstancias.
Quiero finalizar con unas palabras de Fernando Clavijo, presidente del  Gobierno de Canarias, a comienzo de curso,  donde destacó el esfuerzo que se está realizando en nuestra tierra por progresar en la inclusión de todos los colectivos que asisten a las aulas y sobre aquellos que requieren de una atención más específica, apostando por una educación "más inclusiva y solidaria" . Me gusta esta apuesta, los resultados los iremos viendo.

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